A pesar de los obstáculos, la solidaridad feminista sigue siendo un poderoso motor de esperanza y resistencia, como lo demostró una histórica reunión mundial en Bangkok.
El pasado mes de diciembre, Bangkok fue escenario de un acontecimiento histórico: 3.500 feministas de todo el mundo se reunieron en el 14º foro de la Asociación por los Derechos de las Mujeres en el Desarrollo (Awid). Esta reunión, titulada « Levantándonos juntos », se celebró después de ocho largos años de preparación, lo que refleja una determinación inquebrantable frente a un contexto global a menudo hostil.
Los desafíos de organizar este evento fueron numerosos. Entre las restricciones de visa, la inestabilidad geopolítica y las crisis climáticas, muchos no han podido realizar el viaje. Los activistas libaneses se vieron obstaculizados por las tensiones militares en Israel, mientras que las feministas haitianas vieron sus movimientos obstaculizados por la violencia de las pandillas que paralizaron su aeropuerto. Estos obstáculos son un recordatorio de la violencia sistémica que enfrentan las mujeres todos los días, al tiempo que resaltan la importancia de estos espacios de reunión.
Este foro no fue sólo una reunión; él también era un refugio, un espacio para resistir y soñar. En un contexto donde los logros políticos de la extrema derecha y el surgimiento de movimientos antifeministas amenazan los logros obtenidos, esta reunión encarnó la esencia misma de la resiliencia feminista.
Al crecer en Zimbabwe, la activista Faye Macheke fue testigo de la interconexión de las opresiones. El racismo, el patriarcado y la injusticia económica no pueden combatirse de forma aislada. Este principio de interconexión estuvo en el centro del foro, donde los participantes intercambiaron, aprendieron, reflexionaron e imaginaron un futuro más justo.
Se compartieron historias desgarradoras de mujeres en la primera línea de conflictos, desde Gaza hasta Birmania. Estas historias provocaron una mezcla de tristeza por las pérdidas inimaginables y orgullo por su resiliencia. Un momento particularmente conmovedor fue el envío de mensajes de solidaridad a las feministas afganas, que enfrentan una brutal represión bajo el régimen talibán. Estos testimonios resaltaron la capacidad de los movimientos feministas para crear un cultura de la esperanza, incluso frente a la violencia.
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Más allá de los discursos, el arte estaba omnipresente, expresando alegría, tristeza y lucha al mismo tiempo. Desde instalaciones de arte hasta presentaciones de poesía, el foro demostró que el feminismo no se trata sólo de lucha política; él también es un expresión cultural y emocional.
el tema « Levantándonos juntos » resonó como un llamado a la acción. Para sobrevivir y prosperar, el feminismo debe ir más allá de las reacciones a las crisis; debe seguir imaginando soluciones visionarias para un mundo más equitativo.
Esta reunión fue un recordatorio de que, a pesar de la opresión, las feministas de todo el mundo siguen resistir yinspirar. Al atreverse a soñar y unirse, demuestran que la lucha por la igualdad y la justicia no tiene fronteras.